Noticia editorial
Durante tres períodos, cada uno de diez reuniones (o un poco más), dos en Tepoztlán (2018 y 2019) y el tercero de manera virtual (2020), tuvo lugar un taller de lectura, propuesto por Pola Mejía Reiss, en torno a la invención del Ello. No había un plan preciso. Se contaba, básicamente, con el epistolario entre Georg Groddeck y Sigmund Freud (1917–1934) y una pregunta inicial: ¿a qué necesidad de Freud respondió su apropiación —muy particular— del Ello (Es) de Groddeck? Lo que ocurrió fue insospechado. Las cartas abrieron lecturas en múltiples direcciones, tantas que quedaron muchos cabos sueltos y algunos de ellos dieron lugar a los textos que aquí se ponen a consideración de nuestros lectores.
Una visión de conjunto de este recorrido podría tener un punto de partida en la influencia de Ernst Schweninger, maestro de Groddeck, así como de los filósofos idealistas, en especial Friedrich Schelling (al que Freud recurre primero en la Traumdeutung y luego en Das Unheimliche) y, necesariamente, a sus contemporáneos, los románticos alemanes. La marca romántica en Groddeck —tema de uno de los textos aquí presentados— fue la que lo llevó a rechazar la tan cartesiana separación entre el alma y el cuerpo.
Este tema, recurrente en el epistolario, fue objeto de discusión entre Groddeck y Freud. Para Groddeck, no se trataba de una distinción esencial; para Freud, en cambio, no había que renunciar a ella, sino discernir la incidencia de lo inconsciente en el cuerpo. El asunto, además, guardaba una íntima relación con las tesis de… Lamarck. De ahí la pregunta, ¿qué pudo tener que ver Lamarck con la invención del Es? Un Lamarck que, por cierto, no aparece mencionado como tal en la obra freudiana. De ese cabo suelto resultó una conjetura, que podrá leerse en el marco de una crónica epistolar del taller.
Cabe destacar, además, la relevancia lingüística para la conformación del Es. Antes del romanticismo de los siglos XVIII y XIX estuvo Lutero, primer unificador de la lengua alemana, y, dos siglos más tarde, Lichtenberg, quien inauguró la tradición del es denkt (ello piensa), la cual llegó hasta Nietzsche. De este cabo provino otro texto que encontró un punto de contacto con lo Neutro, tal como ha sido planteado por Jean Allouch: “Lo neutro viene a resolver cuestiones hoy en día (mal) planteadas”. Cuestiones que inciden de lleno en el ejercicio del análisis.
Los de Lichtenberg fueron los tiempos de la Aufklärung, la cual, aunque estuvo influida profundamente por la ilustración francesa, tuvo su particularidad en lengua alemana. Was ist Aufklärung? (“¿Qué es la Ilustración?”) de Immanuel Kant, mediante la lectura de Michel Foucault —recorrido que retoma otro texto en este número—, permite indagar sobre la presencia de Kant en la obra de Freud. De ello se extraen algunas consecuencias, como las que surgen de la revisión del manuscrito de Más allá del principio del placer, en el que Freud incluyó una frase que posteriormente censuró, y que tiene que ver nada menos que con Kant.
Pero también la Haskalá, la ilustración judía que tuvo lugar en Berlín paralelamente y en conjunción con la Aufklärung alemana, tuvo una incidencia en la obra freudiana. Una confirmación al respecto la ofrece otro de los textos aquí reunidos, donde se pone de manifiesto que, en algún momento en que se discutieron las traducciones de Es por Ello, por Ça, y por Id, algo que se puso en juego en la traducción al inglés fue, precisamente, la relación fonética (y, por ende, significante) entre Id y Yidd, es decir, judío en yiddish.
Este número también incluye una sección de textos que tratan sobre la erótica, tanto aquella que se desprende de la distinción de dos analíticas del sexo en la enseñanza de Jacques Lacan, y que se halla presente en la obra de Paul Claudel, como también la que se revela en el ejercicio analítico como obra de la transferencia, en contraste con los planteamientos que han buscado enfatizar un costado epistemológico. Last but not least, el número se cierra con una coda, una reanudación de la incidencia de la escritura en la obra de Annie Ernaux.
A la par de este número, en la colección TEXTOS DE , se publica La capilla de la calle Blomet de Jacques Le Brun (1931-2020). Se trata de un relato que, más que autobiográfico, bien se podría considerar como heterobiográfico, en la medida en que el yo está ausente y el acento está puesto en la otredad.
Por último, queremos agradecer a la artista Lizette Arditti, quien nos ha permitido reproducir su pieza La montaña en velos (Acrílico/tela, 75 x 96 cm, 2021) como presentación visual y espiritual del presente número.