Eupalinos o el arquitecto y Sócrates y su médico
Paul Valéry
Los «diálogos socráticos» de Paul Valéry forman una parte significativa de su obra en prosa. A diferencia de lo que ocurre en Platón o Jenofonte, no hay en ellos la menor intención de dibujar un retrato de Sócrates, ni de tomar apoyo en la figura histórica que daría cuerpo al personaje. Las «conversaciones» que intercambian el ateniense y algunos de sus allegados no se hacen pasar como «dichos de Sócrates»; son, en todo caso, el andamiaje literario que sirve al autor para presentar ciertas cuestiones filosóficas o estéticas de su interés. Eupalinos o el Arquitecto (1921), texto escrito a solicitud de una prestigiosa revista francesa de arquitectura, es un diálogo de muertos, o más precisamente, un encuentro de las «sombras vanas» de Sócrates y Fedro en la «pálida mansión» de Hades. Allí se discute en torno del personaje que da título a la pieza, un edificador de templos de Megara, cuyo destacado oficio es «materia preciosa para el filósofo».
Por su parte, Sócrates y su médico, un diálogo más breve, presenta a un Sócrates sufriente que busca retener a su lado al sanador Erixímaco, cuando éste ya vuela a la cabecera de una mujer, su siguiente enferma. El intercambio entre ambos pone el acento en el cuerpo propio, ese que se confía a otro, «a quien no se dirige sino por penas, fatigas y dolores» y descubre al «más grande de los sabios» como un paciente cualquiera, incapaz de tolerar «un grano de insoportable tardanza a la ansiosa espera de alguien».